Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Vallo del C ib ao. todav ía llam ado d e la Vega Real S í l.a tierra era abundante entonces, En 17 8 9 la población d e la parte española de la isla apenas llegaba a 12 5 .0 0 0 personas. La m ayoría estaba asentada en las aldeas m ientras m uchas habitaban en fundos sem iaislados com o ocu rría con los habitantes del sitio d e C o tu í y otros casi despoblados que ocupaban una posición interm edia en tre ciudades a lo largo d e los cam inos de herradura. Estos sitios, com o Las M atas de Earfan. Esperanza. G uayub ín . eran postas que luego se convirtieron en cantones y, m as tarde, en secciones y com unes. O tro s eran -sitio s- a donde los hateros iban a pernoctar m ientras cuidaban o arreaban sus ganados, o adon de los agricultores se quedaban en tiem pos de siem bra o de cosecha M Esa población sufrió una m erm a considerable duran te los veinte años que siguieron a la R evolución haitiana (17 9 1 18 11), y p o r ello el cen so de 18 12 apenas registró unos 6 3 .0 0 0 habitantes en la colonia española de San to Dom ingo, gran parte de ellos concentrados en unos pocos pueblos, aunque muchos, tam bién, asentados en los cam pos cercanos a esos centros poblados. El cen so d e San Francisco d e M acoris de ese añ o m uestra que la m ayor parte de la población se en contraba dispersa en fruidos y fincas particulares y todav ía 110 se había agrupado en rom o a la erm ita d e Santa A n a form and o 1111 pueblo X D e esos años datan varios poblados nuevos en zonas m ontañosas: larabacoa. fanico y San lose J e las M atas, creados p o r fam ilias que huyeron de las poblaciones de La Vega. M oca y Santiago, y zonas aledañas, para evitar ser masacradas p o r las tropas haitianas que invadieron la parte orien tal d e la isla en 18 0 5 bajo el m ando d e I lenri C h ristop h e y Jean Jacqucs D essalines X E11 los libros notariales de I a V ega. Santiago. I ligiiey. Puerto Plata y San to D om in go d e prin cipios del siglo XI X lian qu edad o registradas num erosas operaciones d e com pra- venta, arren dam ien to y herencias de tierras circundantes, aunque cada vez m as alejadas d e esos pueblos, o que indica que el horizonte agrícola se iba expan dien do paulatinam ente y con ello iba cam biando gradualm ente la ecología de quellas regiones d ebido a la utilización del fuego para clarear los bosques y establecer conucos y hatos M El uso del fuego para lim in ar bosques y selvas, y crear espacios susceptibles de se r explotados económ icam ente, fu e una técnica am pliam ente utilizada n am bos lados d e la isla y podría decirse que fue el agente m as efectivo en la transform ación del paisaje insular. Sin em bargo, iendo la población tan pequeña (7 3 .0 0 0 íabitan tes en 18 24 ) la selv a recuperaba su lugar terreno si se lo desiba sin cultivar por lgún tiem po M Para entonces los habitantes d e am bas partes d e la isla habían apren d id o a aprovech ar las tem poradas de equía o baja precipitación del invierno antillano, esto es. de los m eses com prendidos en tre noviem bre v abril. A si. durante m as e doscien tos años (particularm ente, durante los siglos XIX y x x ) el fuego fu e utilizado intensam ente para co n vertir las tierras lanas en zonas de cultiv o y crianza M Las políticas d e fom en to d e la agricultura com ercial ejecutadas p o r el G o b iern o haitiano ue adm inistro la parte española d e la isla durante veintidós años (i 8 2 2 -18 4 4 ) contribuyeron a abrir nuevas tierras a la agricultura, egún ss* puede con statar en s*l cen so agrícola levantado en toda la isla en el año 1839. E11 s*se cen so se m encionan docenas de itios en don d e anteriorm ente no se practicaba la agricultura que habían sido abiertos recientem ente a la producción de alim entos d e 1111 nuevo cultivo com ercial, el café, asi com o a nuevos plantíos d e tabaco X D u ran te la p rim era m itad del siglo x i x el erritorio dom inicano también file im pactado por la expansión d e la dem anda internacional de m aderas preciosas, particularm ente e caoba (sívietenú niti/utgony) . y sis* m aderas d uras com o el guayacán (1 igiutw vitae). La parte dom in ican a de la isla ap o rtó m illones e pies cúbicos de estas y otras m aderas al m ercado m undial, y para ello sus bosques fueron talados sistem áticam ente M La aoba se conv irtió en 1111 im portante renglón de exportaciones durante los prim eros 6 0 años del siglo XIX y su explotación se centuó durante los 22 añ o s en que la parte dom inicana fu e gobern ada desde Puerto P rincipe en tre 18 2 2 y 1844. D urante este eríodo, los cortes d e caboa dom inicana sirvieron para exportar un prom edio d e 4 m illones d e pies cúbicos anuales X A partir e la independencia, en 1844 y d u ran te los 30 años siguientes, los cortes d e caoba continuaron, aunque cada vez m as alejados de s cauces efe los ríos o de los centros poblados m as im portantes Los docum entos del siglo x ix m uestran que los cortes d e caoba ue se iniciaron en las cuencas efe los ríos del sur de la isla, luego so m ovieron al n orte y m as adelante al oeste, todavía en 18 7 0 y 18 8 0 había em presarios que estaban abriendo nuevos cortes d e caoba en el norte y noroeste efe la R epública M A dem as efe la caoba, otros em presarios cortaban y exportaban guayacan y cam peche. M on te C risti, p o r ejem plo, funciono en la segunda m itad del siglo x i x com o 1111 im portante cen tro m aderero en don de operaban varias com pañías explotadoras d e los exten sos bosques efe cam peche efe la cuenca del río Yaque del N o rte. La cuenca del Yuna tam bién fie colonizada p o r explotadores d e m adera en la m ism a ép oca ’M La escasa población efe la parte dom inicana y su concentración en las tierras llanas del país favorecieron la preservación de los suelos en las zonas m adereras durante el siglo x ix , pues solam ente m uy pocos individuos se quedaban v iviendo en las áreas deforestadas y estas eran subsecuentem ente cubiertas d e vegetación y bosque secundario poco tiem po después. I as tierras llanas, en cam bio, si estuvieron sujetas a u n intenso proceso de cultivo, particularm ente en las zonas tabacaleras inm ediatam ente al o este de Santiago y en las zonas productoras de alim entos en el C ib a o C entral M A finales del siglo XIX. cuando se iniciaron los grandes desm ontes en el C ib a o C en tral y O riental para dar paso a la creación efe inm ensos cacaotales y cafetales, el bosque prim itivo fue sustituido por los nuevos bosques efe cacao y cale que crecían al am paro d e arboles de am apola especialm ente sem brados para d ar som bra a las nuevas plantas. En las zonas d e café y cacao, la deforestación no llevó necesariam ente .1 la erosión catastrófica, com o o cu rrió en I laiti y com o ocurriría más tarde en m uchos lugares de la República D om inicana M HISTO RIA U I'SI UAL ñ l I l'l I IIIO IlOM IXICAN O 11 5
RkJQdWJsaXNoZXIy MzI0Njc3