Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
11ístm icam ente, pues, la dinám ica del cam bio ecológico d om in ican o difiere d e la haitiana en el siglo x ix en las siguientes características: a) m enos población, aunque las tasas de crecim iento dem ográfico son m ás rápidas: b) m ás tierra dispon ib le por habitante, al tiem po que la calidad d e los suelos es m ucho m as alta, pues en general la m ayoría d e los suelos que en tran en explotación son vírgenes: c) m as tierras llanas para cultivos, lo cual retrasa la intervención hum ana en las laderas y m ontañas: d) tardía explotación d e los bosques de pino: y. c) ausencia de una industria azucarera en gran escala, lo cual hizo q u e la explotación del bosque para el ttso de leña fuera m ás tardía M C o n todo, poco a poco, a m edida que la población dom inicana fue creciendo y que se am pliaron sus necesidades económ icas, la dem anda d e m adera para leña y carbón, así com o la necesidad d e espacio para plantaciones com erciales y para la producción de alim entos, fueron afectando los bosques. I n la segunda m itad del siglo x ix . p o r ejem plo, los dom inicanos residentes en las zonas llanas de Az.ua. Bani y San C ristóbal desarrollaron una vigorosa industria dc aguardiente y raspaduras y llegaron a m antener funcionando unos 2 4 0 trapiches azucareros q u e consum ían grandes cantidades d e leña de los bosques circundantes X A partir d e 1875, con la entrada de los prim eros ingenios sem ¡m ecanizados que funcionaban con m aquinas de vapor, la dem anda de leña fue aún mayor. Bajo el em puje de los grandes ingenios m odernos, los bosques de las grandes llanuras del este d e la isla em pezaron a desaparecer. U n a parte desapareció para dar paso a las plantaciones d e caña, m ientras otra fue consum ida en las calderas d e los centrales azucareros y de las locom otoras que m ovían sus trenes M La industria azucarera que se desarrolló a partir de 1875 y que se expandió desm esuradam ente a principios del siglo x x , hizo desaparecer los bosques de las m ayores llanuras del país El paisaje llano y sin arboles de San Pedro d c M acorís. La R om ana y El Seibo se repitió m as tarde en Barahona. A zua y Puerto Plata M M ientras tanto, los bosques del interior del país quedaron virtualm ente ¡m ocados, apenas explotados p o r los artesanos del C ib a o que requerían m adera de pin o para fabricar m uebles y viviendas urbanas pues las viviendas rurales se fabricaban de tablas de palma.A unque hubo algunos esfuerzos en Santiago y La Vega orientados a explotar los bosques de pino d e la C ordillera Central en lasegunda m itad del siglo x ix . esa explotación fu e m ínim a y todavía en 19 10 lo s viajeros se adm iraban del estado prístino d e los pinares dom inicanos. Según inform es de la época, en 19 1 ó había 4 6 m illones de tareas de bosques d e distintos tipos en el país SE La introducción de m áquinas de vapor favoreció la instalación de pequeños aserraderos en La Vega. Santiago y Santo D om ingo a principios del siglo x x y fríe entonces cuando puede decirse que el país d ejó de im portar m adera d e pino para construcciones. L 11 nuevo in form e d e 19 2 2 . firm ado por el d octor M iguel C an ela Lázaro, d io cuenta detallada d e la situación de la foresta dom inicana en la C ord illera C en tral y d e la im portancia de conservarla. C an ela Lázaro pidió la creación de áreas reserv adas en los nacim ientos d e los principales ríos del país, y lo m ism o hicieron varios viajeros que participaron con él en varios de sus viajes exploratorios por las sierras de la C o rd illera C en tral X La apertura de las carreteras durante la ocupación m ilitar norteam ericana contribuyó al descubrim iento del valor potencial d e los bosques dom inicanos, pues las carreteras acercaron la tecnología m aderera a los bosques de pino. A l llegar Rafael T rujillo al p o d er en 19 3 0 . ya había varios im portantes aserraderos funcionando en Santiago v se señalaba la capacidad del país para ser autostiliciente en m adera X Trujillo descubrió el verdadero valor económ ico d e los bosques dom inicanos después d e los cálculos que realizó C a rlo s C h ardón . un experto puertorriqueño que preparó para el G o b iern o 1111 inform e en el cual evaluaba la situación y valor d e los recursos naturales del país en 1939- A partir de entonces. Trujillo se hizo tam bién industrial m aderero asociándose con personas que ya estaban en el negocio o colocando testaferros al frente de nuevos aserraderos de su propiedad X La Era d e T rujillo fue la catástrofe para los bosques dom inicanos que cayeron en m anos d e una oligarquía d e aserradores asociados con este dictador, quienes devastaron en m enos d e 2 0 años varios m illones d c tareas de bosques q u e habían tom ado m iles de años en form arse. Estos individuos y sus com pañías m adereras dcforcstaroii las zonas d e San José d e las M atas, jarabacoa. T ireo. El Rio. C onstanza, l.a I lorm a. El Rubio. San |uan de la Vlaguana y Restauración, entre otras, y no se m olestaron en replantar los bosques que talaban * La deforestación industrial de la C o rd illera C en tral d io lugar a la colonización de los valles ultram ontanos de C onstanza. Ll Río, T ireo y Jarabacoa. así com o al repoblam iento d c las zonas d e la sierra al oeste de San José d c las M atas hasta llegar a Restauración, pasando por El Rubio. Liquidado el bosque, quedaron los trabajadores de los aserraderos convertidos en cam pesinos itinerantes al servicio de los terratenientes ganaderos, q u e les entregaban tierras taladas, pero cubiertas d e bosque secundario, para que las talaran d e nuevo y sem braran frijoles o papas por d o s o rres años, a cam bio de entregarles los finidos sem brados dc pastos cuando la pérdida d c la fertilidad del suelo los obligara a m overse a otro lote para com enzar de nuevo M A sí fue perdiendo la C ordillera C en tral sus pinares originales que frieron suplantados gradualm ente p o r pastizales que secaron las fuentes de agua e hicieron m o rir las cañadas y los arroyos en 1111 proceso que se repire HISTO RIA GENERAL DELPL'EBLO IM IVIIM CANO V * 1 1 6 * * m fa p a ite a cc td c n ta f, c f ta fa c o fa d ctiSidtid a g itc o fa jftcío m in d H Íc fa seg u n d a m ita d d e f stg fa X 5 ü}}. c-*— o í •f-ia n c c s c s , «|uc t e im m a t o n d o m in a n d o e s c tctfcito tio , R u c ia n iiu c ia fm e n te pocos £ su d c liS id d ) a g iíc a fa a p en a s a fe c tó c f m ed ie a m fic n tc . 'E s ta n d o d cspaófada fa p a ite a c c id e n ta f dc fa isfa , fo s p io n c io s ^ < im cc sc s se a se n ta ro n en fa s za n a s m á s ^ c t íif c s , cti donde m a n te n ía n su s c u ftiS o s . C& Zfgunas m efu so a p ia G cc ija ia n fa s sa b a n a s p a ia c iiít i gan ad a m a n sa j S c n d c i a fo s d em a s c u fti$ a d c ic s.
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