Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
en tre los círculos dirigentes de San to D om ingo, que adem as visualizaban al p ro cer com o un provinciano M 1 n con traste con tales reservas, el texto d e Luperón d eb e pon derarse com o una de las realizaciones cim eras d e la historiografía dom in ican a en to d o su discurrir. Ls cierto que no alcanzo la dim en sión del historiador profesional, que su o b ra está cargada de la búsqueda d e la justificación y que fue usada com o un m edio para relanzar una plataform a política. Luperón. de todas m aneras, 110 era el inculto que algunos han pretendido. C o n la escritura d e historia tam bién daba cu rso a inquietudes intelectuales, p o r lo que el texto, adem ás de con ten er una exposición de hechos, le perm itió plasm ar su pensam iento acerca de diversas m aterias M C om o m ezclo posturas y acciones propias con los hechos, puso su persona en el sitial preponderante d e m uchos acontecim ientos. C on todo, el texto no alcanza la con dición d e m em oria, por cu an to incluye procesos en los cuales 110 tom o parte y om ite aspectos im portan tes d e su vida. O scila m ás bien entre ¡a m em oria com o gén ero y la narración del con jun to de hechos. Lo prim ero que devela es una excepcional conciencia histórica d en tro de su entorno de guerreros. D esd e joven conecto la acción con la búsqueda d e una percepción d e lo que era consustancial con la nación. A unque d c estirpe provinciana, h um ild e y en parte rural.’5alcanzó la dim ensión d e un intelectual pese a las restricciones que se interponían a un político de entonces. G ran parte d e su prestigio desde la G u e rra d e la R estauración se debió a la claridad política y a la sistem atización d e principios ideológicos M Fue ese talante que le perm itió úieursionar en la historiografía. D espués d e la m uerte d e Rodríguez O bjío , Luperón con tin uó con más rigor aun la form ación d e un archivo, a m edida que fortalecía convicciones acerca de la realidad nacional y su función personal. Sin em bargo, carecía del rigor profesional del oficio: el m anejo erudito con que acom pañaba la escritura no llegaba a sofisticación alguna. Pretendía sim plem ente fundam entar la veracidad d e lo que afirm aba O b rab a con el docum en to d e tal m anera que le perm itiera tom ard istan eia frente a lo que expon ía M D e m anera todavía m as acusada que sus predecesores liberales, identifica a historicidad con el juego en tre indiv idualidades, sobre to d o las que cobran relieve en los h ito s progresivos. La acción d e esos ujetos esta determ inada por su en tidad m oral e intelectual. La historia qu ed a presentada com o el producto d e la interacción entre alantes contradictorios y afines, cuyo principal determ in an te subvace en la sustancia m oral. E ste prin cipio alcanza 1111 plano de ucha entre un m al prepond erante y una idea d el bien llam ada a im ponerse por im perativo dc la razón y d e la voluntad divina. La dea 110 era exclusiva de el. y m as bien era d e com ún aceptación, com o lo m ostró Eugenio D escham ps,'" desde cierto m om ento m igo de Luperón. Esto puede sugerir que D escham ps revisó la obra en aras de co n trib u irá im prim irle perfil intelectual” Sí Para Luperón, en idea com partida por otro s pensadores contem poráneos, com o el m ism o D escham ps. el con ten ido d e la historia e resum ía en el progreso, resultado d e la acción d e los m ejores listos debían en fren tar las pasiones funestas de la m ayoría, óm plice de las m aquinaciones de los inspirados por el mal La dialéctica d e la historia expresaba en prim er term ino una m oralidad inm anente, p o r lo que para el la función del discurso histórico debía d esem b o caren la predica m oralizante, lista labor so lo podía er ejercida p o r una m inoría que com binara patriotism o e ilustración, el itism o gen erado por la desconfianza en la masa del pueblo los políticos d e vocación. Era consciente d e su falta de liderazgo en el seno del pueblo, que asum ía con tranquilidad, penetrado el paradigm a del ciudadano burgués que encarnaba M D e los propósitos ideales a los resultados d e la historia m ediaba mucha istancia. Ll escenario d e conf rontaciones que recorre su obra pone d e relieve una m irada trágica d e la historia dom inicana:’’1 al iem po que contiene la potencialidad para la m ejo r sociedad, producto del heroísm o, queda trabada por pasiones funestas de la m ayoría. Luperón se adentra en las raíces de esa situación, al en trever un estado de barbarie en el pueblo dom inicano, extensiv o a a generalidad de los pol íticos. cuya superación solo resultaría factible con ayuda de la instrucción popular. En la acción cívica y no n la guerra, pensaba, estribaba el verd adero reto que había u e vencer para alcanzar la civilización M D e m anera aralela, aseveró 1111 contraste d e niveles cualitativos entre D om inicana y I laiti. que relaciona con la herencia española en la prim era y la im pronta de A frica, arquetipo del atraso, en la segunda.'" C o m o era típico en la generalidad de aquellos liberales, sostuvo una actitud am bigua hacia la antigua m etrópolis, vista al m ism o tiem po com o fuente de cultura y atraso. M antuvo una actitud hostil hacia la España de su época, que ponderaba una sociedad atrasada, en la q u e el o rd en m onárquico constituía el co lofón sim bólico. ''G rego rio I upe ron. El destierro-. Ecos, año v iium. 6 (i*)*>“ ). pps? ‘ Por ejem plo. I I pueblo triu n fa e n Jaime J. Julia (comp.). Ei¡genioDeschampí:político y periodista. Santo Dom ingo. 2004. pp.$2 S4 Se puede llegar a la conclusión de que Descham ps colaboró 1*011 I npvron en La redacción de las Sota autobiegrájkas, aunque esto no autoriza el supuesto absurdo de que el no lúe el autor d e su obra Se lia llegado a atribuirla a Rodríguez Objío. pese a que fue lusilado en abril de 1871 •'Roberto Cassa La épica trágica . E coí . año V lumi 6 (1997)- p p 8 ~ i> 8 . '"Em ilio C ordero Micliel. I uperón \ I laiti LVt>>. año iv. ntiin S (1996). pp .47 # 2 . f dcf»c p o n d c *A *s c co m o u n a dc fa s ic a fin a ciones c iw c * a s dc fa Ijts to tio flta ^ ta do m im cA H A t n Ío ío s u H is c u ítit. '> ^ s c ic ifo *JMC HO A fe AMJO f¿* dim CUSIOH d c fíjlS ÍO ÍÍA d o * p*O ^C S ÍO H Af, í|UC SU o fitA e s tá c a ija d a dc fa fu stju c'd a d c fa |u s f i^ íc A c io n *|mc ^ u c msaHa co m o un m e d io p a ta te fa n z a t u n a p fa ta ^ v tm a po filie n . u p c *o n , d c io d o s m a n e ta s , HO C*A C f tUCuftO *JUC A ^U IIO S #?AM pfcClCM dldo. C^OM fa C SC tttu ta dc <7¿SÍO*IA ÍA M lflC M dA-fÍA CUÍSO A l»«] UIC f udcs IM Í CÍCCÍUafcS, p v t fo iJUC c f tc ftto , A dem as d c c o n ic n c * u n a e x p o s ic ió n d c íjc c fjo s , fe p c k m iíio p ÍA s n iA * SU pC nSAH lIC nfO ACC*CA d c dl5c*S A S »#IAlC*!AS. IIIM O K IA t.l M RAI l>l I l'L I IUO l> 0 \ll\lt W O f\'%- 69 *'ri
RkJQdWJsaXNoZXIy MzI0Njc3